27/4/09

Drogas, capitalismo y locura

por Jorge Moruno Danzi en El Confidencial.

La irrupción de la cocaína en el escenario mundial coincidía con la llegada al poder de Reagan y Thatcher, y la consecuente deriva neoliberal del capitalismo hacía la sumisión total del Estado al mercado caótico y la vorágine privatizadora de muchos servicios públicos. Don dinero comienza a fluir y a surcar los mercados globales e interpelar todas las facetas de la vida, con la cocaína como compañera de viaje a modo de “suplemento proteínico” que ayuda a soportar el torbellino que arrastran los nuevos tiempos. Vidas rápidas en constante ebullición se apoyan en la droga para no desaprovechar tiempo, reducir el lastre del descanso, estar siempre atento, despierto y no dejar pasar ninguna oportunidad que se nos presente; el tiempo realmente se convierte en oro.

Lejos de haber dejado atrás el protagonismo central que goza la cocaína en nuestras sociedades en los últimos 30 años, con el estallido de las nuevas tecnologías y el proceso globalizador, se adhieren una multiplicidad de estimulantes y antidepresivos que reflejan los altos niveles de insalubridad psicosocial contemporánea.

El problema no siempre guarda relación con las noticias alarmantes que aparecen en los medios sobre la deriva y la perdición de los jóvenes, sumidos en un mundo donde las drogas resultan sinónimo de ocio y diversión. En realidad, la tragedia se vive de manera mucho más cotidiana y diluida entre los ciudadanos normales que pagan sus impuestos.

Legalmente se puede acceder a todo tipo de drogas como el Ritalín o el Prozac, sin las cuales sería impensable desarrollar el normal funcionamiento socioeconómico por una parte de la población, frente a los retos adversos que presenta la vida –sólo en el Estado Español, el consumo de antidepresivos se ha triplicado en la última década–. Para nuestra rutina diaria encontramos normal el uso de estimulantes en forma de refresco, como el Red Bull –prohibido en Dinamarca por contener un principio activo que devastó mentalmente a las tropas de EEUU en Vietnam–, o el Burn, que no son más que una imitación y democratización de los efectos energizantes que suele otorgar la cocaína, pero ahora con amparo legal. Por su control de los ritmos de humor, los antidepresivos o euforizantes hacen especial mella en aquellos sectores laborales que participan directamente en la producción inmaterial y virtual propiamente dicha, lo que augura el advenimiento de una crisis psicosocial de la que aún no podemos sacar cuentas.

Capitalismo cognitivo

En la sociedad de la información la conexión y producción entre mentes y la valorización económica del conocimiento, ocupan un lugar privilegiado en la reproducción del llamado capitalismo “cognitivo”. Su materia prima fundamental es el intelecto humano en sus términos más genéricos, lo que agrava enormemente la problemática. La aceleración intensiva de los ritmos productivos y comunicativos y la preponderancia de un ciberespacio ilimitado frente a un cerebro humano que opera de forma más lenta que la realidad, conlleva un desfase y ruptura patógena que se ve reflejado en la vitalidad de la industria de los psicofármacos.

De manera paralela y en ocasiones entrelazada a lo ya expuesto, se percibe un incremento de los casos registrados de internación urgente en psiquiátricos –7,8% más que 2007, sólo en Barcelona– que se achacan a la coyuntura de crisis económica, pero que sin duda hunde sus raíces en los ganglios de las relaciones sociales contemporáneas.

El tiempo que parece sacado de sus goznes es colonizado al completo por la publicidad, el marketing y el consumo desbocado bajo el paraguas ideológico de una felicidad banal y trivial. Ésta precisa ser sustituida incesantemente al desaparecer su atracción poco tiempo después de poseer el producto o la sensación en cuestión. En una sociedad incapaz ya de integrar socialmente a través del trabajo, –tasa estructural de paro, temporalidad, precariedad, intermitencia– el estatuto de ciudadano se adquiere a través de nuestra capacidad subjetiva de acceso al consumo. El principio de realidad se fusiona con el del deseo, en donde la libertad de elegir dentro del amplio abanico de gustos que ofrece el elixir del mercado, se transforma en tarea obligada que nos posiciona y estructura socialmente. Los lazos comunitarios se mediatizan siguiendo los patrones que dictan las campañas publicitarias y las líneas que dibuja el consumo, que amplifican una llamada a la que todos quieren acudir, pero que algunos no pueden responder.

Todo un cúmulo de frustraciones, estancamiento, aceleración, estrés, agotamiento y depresión generados por los modos de vida imperantes, vaticinan un futuro plagado de enfermedades neuronales y miseria existencial incubado en el centro del sistema social.

¿Son las locuras consecuencia de un modo de producción o, es el sistema mismo una locura? Deberíamos someterlo a un estudio médico para confirmar su insalubridad ecológica, social, económica y cognitiva.

17/4/09

El fantasma del PSOE catalán

por José García Domínguez en LD, 2004.

No hace demasiado tiempo, Jordi Pujol, el hombre que en 1958 dejara escrito para la posteridad que “el inmigrante constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España”, se quedó perplejo al ver a uno de los chóferes de su parque móvil presidiendo un acto oficial.

Sucedió en Nou Barris, el gran distrito obrero de Barcelona, un rincón de la ciudad repleto de enormes bloques de edificios que emergieron en los años sesenta para albergar a los trabajadores que habrían de construir la Cataluña que él ha presidido durante 23 años. El conductor, un inmigrante que más tarde transportaría a Manuel Royes, antiguo presidente de la Diputación y actual delegado del tripartito en Madrid, hubo de aclararle a un sorprendido Pujol que, fuera de las horas de del trabajo, era el secretario del PSC en esa zona, uno de los mayores viveros de votos para los socialistas en toda Cataluña. Así, de primera mano, pudo saber Pujol dónde están los imaginarios jefes de ese imaginario PSOE catalán que se contrapondría al nada imaginario sector nacionalista del PSC.

El mítico PSOE catalán es, junto con los verdaderos apellidos del hombre fuerte del Gobierno de la Generalidad, uno de los mayores misterios de Cataluña; mucha gente especula, hace conjeturas sobre él, fantasea, pero, en realidad, nadie lo conoce. Sin embargo, la explicación del primero de los enigmas no es nada difícil: el PSOE catalán, simplemente, no existe. Y eso es así por una razón más simple todavía: porque no ha existido nunca. Puede que Zapatero haya necesitado un cuarto de siglo para enterarse, pero lo cierto es que su partido, en Cataluña, nunca ha sido más que una leyenda urbana, una organización política cuya presencia real siempre ha sido tan nebulosa como la del ectoplasma de esa chica pálida que, dicen, hace auto-stop en una carretera solitaria y luego desaparece al pasar por la curva en la que sufriera un accidente mortal.

Durante la dictadura, en Cataluña en ningún momento se dio algo parecido a la continuidad de una tradición de socialismo obrerista y españolista como la que se mantuvo en el País Vasco. El partido de Maragall y Montilla, el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC-PSOE) surgió en la transición, a toda prisa, como fruto de la unificación del PSC —poco más que un grupito de nietos de dirigentes de la Lliga de Cambó que venían de la Universidad— con unos cuantos obreros fabriles castellanohablantes que, a su vez, acababan de crear la Federación Catalana del PSOE. Tan de la nada llegaban todos que en los primeros mítines, unos y otros, tenían que sacar una chuleta para cantar la Internacional, porque nadie allí sabía la letra.

De aquel PSOE barcelonés que tras la muerte de Franco vendió sus siglas recién estrenadas a cambio de una foto dedicada de Felipe González ya no queda nadie en la vida política catalana. Nadie quiere decir nadie. Todos los dirigentes que procedían del partido nacional fueron apartados inmediatamente de los cargos de dirección en la nueva organización catalana. Para ser precisos, queda uno: ese alcalde de la periferia de Barcelona al que llamó Bono para sondear su lealtad a Ferraz en caso de ruptura; el mismo al que le faltó tiempo para denunciar al manchego ante Montilla y decirle que “esos tíos se han vuelto locos”. Queda ése. [El autor se refiere a Celestino Corbacho. NdE.] A todos los demás hace muchos años que los desaparecieron del PSC.

Cuando llegaron las primeras elecciones generales y municipales, aquella moto federada fraternalmente a un cartel con la cara de González tuvo que convertirse en un partido de verdad. Los Serra, Maragall, Obiols y Reventós, los chicos de las buenas familias de toda la vida que tenían las mañanas libres para poder dedicarse a la política, hubieron de buscar capitanes, sargentos y cabos chusqueros por todas partes para que les administrasen el enorme poder local que aquella foto había sido capaz de regalarles. Fue en ese momento cuando desembarcó en el PSC el aluvión de Montillas que tantos despistados de Madrid han querido identificar con un fantasmal PSOE catalán que viviría oculto en las catacumbas de la ciudad de los prodigios. Pero, como casi siempre que piensan en Cataluña, se equivocan. Esa tropa más o menos mercenaria, según los casos, fue reclutada en el único lugar en el que se podía encontrar: entre los restos del PSUC y los saldos de la extrema izquierda que habían quedado libres en el mercado político tras el derrumbe de sus organizaciones. De ahí vienen todos los Montillas del PSC, incluido el original, que fue dirigente del Partido del Trabajo, un grupo maoísta que en Cataluña se aliaría con Esquerra Republicana para después disolverse.

Ése es el origen del gran cuadro de secundarios del partido. En esa escuela, la de Llamazares y Madrazo, interiorizó su concepción de la cuestión nacional el ejército de figurantes cuya pequeña cuota de poder sólo empieza a hacerse visible cuando el viajero traspasa las últimas estaciones de las líneas del metro de Barcelona. Por eso, sería más fácil escuchar a Maragall hablando de Pablo Iglesias que encontrar alguna huella de Indalecio Prieto o Julián Besteiro entre todos los alcaldes del cinturón teóricamente rojigualda de Barcelona. Por eso, quien crea que pueden tener en la cabeza una sola idea enfrentada a la No-España que sueñan los nacionalistas, es porque ha tenido la suerte de no haber pasado nunca en su vida por aquellos seminarios sobre la “autodeterminación de los pueblos oprimidos” que siempre se organizaban en alguna comuna de un quinto tercera sin ascensor. Acaba de decir Joaquim Nadal, el portavoz de la Generalidad, que “el PSOE sabe mejor ahora qué quiere y quién manda en el PSC”. Lo peor es que también sabe ya lo que piensan los que no mandarán nunca en la finca de los Nadal.

7/4/09

Crisis: peor que nunca

Según un estudio, la crisis económica mundial supera ya al crac del 29 en sus magnitudes globales. La caída de los indicadores macroeconómicos es mayor y más rápida. La economía mundial sufrirá la peor recesión desde 1945.

Las previsiones de la Comisión Europea advierten de un aumento de la tasa de paro durante la segunda mitad de este año. Y en el peor escenario se alcanzaría el 30% a finales de 2010.

En Francia, Sarkozy se hace eco de las exigencias de los trabajadores franceses como ya hiciera unas semanas ha el primer ministro británico Gordon Brown.

4/4/09

Más extranjeros votarán en España

Libertad Digital (EFE). El Consejo de Ministros ha aprobado este viernes un acuerdo que permitirá a los nacionales de Cabo Verde y Burkina Faso votar en las elecciones municipales, y a los españoles residentes en ambos países africanos participar en las que se celebren allí.

Se trata de un canje de notas constitutivo de acuerdo con cada país, que se suma a convenios alcanzados recientemente con Colombia, Perú, Argentina, Islandia, Trinidad y Tobago y Ecuador. Los acuerdos con Cabo Verde y Burkina Faso son el séptimo y el octavo en concluir de los quince que se han venido negociando, en régimen de reciprocidad, con aquellos países que ya reconocen el derecho de voto a los ciudadanos españoles.

Su objetivo es contribuir a una mejor integración y participación de los ciudadanos en sus municipios de residencia. El número de residentes caboverdianos en España es de 2.962, mientras que el de los nacionales de Burkina Faso es de 709, en ambos casos a fecha del 31 de diciembre de 2008.

Según el Gobierno, estos acuerdos promueven asimismo la integración de los españoles residentes en ambos países africanos, cuyo número asciende a cinco en Cabo Verde –incluidos en el Censo Electoral de Residentes Españoles en el Exterior–, mientras que en Burkina Faso son diecisiete.

Los acuerdos recogen las condiciones para el ejercicio del derecho de voto. Así, podrán votar en las elecciones municipales quienes hayan residido en España, legal e ininterrumpidamente durante, al menos, los cinco años anteriores a su solicitud de inscripción en el censo electoral.

Por su parte, los españoles residentes en Cabo Verde podrán votar con una residencia legal y habitual en ese país de más de tres años. En cuanto a Burkina Faso, los españoles acreditados tendrán derecho a voto conforme al derecho de Burkina Faso.

3/4/09

La izquierda post-marxista: el asalto a la razón

La ideología dominante en España hoy es la de izquierdas. Y no nos referimos con ese término a una izquierda que fue y ya no es, ni a la que, según algunos, pudo ser y no fue. Nos referimos a la izquierda realmente existente, la izquierda reformulada tras la bancarrota del comunismo y la socialdemocracia. Algunos la denominan “izquierda indefinida”. Otros creemos, por el contrario, que sus contornos se precisan con gran nitidez.

El PSOE y muchos de sus aliados han adoptado frecuentemente poses antiyanquis. Sin embargo, el cuadro de sus valores esenciales fue destilado en los Estados Unidos por exiliados europeos durante la Segunda Guerra Mundial y resulta completamente incomprensible fuera del peculiar ambiente progresista norteamericano.

El germen de ese desarrollo puede rastrearse en la obra de la llamada Escuela de Frankfurt (Herbert Marcuse, Theodor Adorno, Max Horkheimer, etc.) que, procedente del marxismo, procedió a la demolición crítica del conjunto de su edificio teórico, incluido su fundamento ideológico –el materialismo dialéctico-. Pero, más allá del marxismo, lo que quedó afectado por esa crítica fue la propia Ilustración y la herencia racional europea. En cuanto a las alternativas de esa escuela, recordemos tan sólo que Marcuse se distinguió por su rehabilitación del deseo y los impulsos pasionales, Adorno se hundió en un nihilismo autodestructivo y Horkheimer terminó sus días abrazando un abstracto neo-judaísmo.

Del conjunto del marxismo la Escuela de Frankfurt retuvo únicamente un concepto, el de “alienación”, utilizado por Marx tan sólo en su juventud. Pero, a diferencia del joven Marx, la Escuela de Frankfurt refirió ese concepto al plano sico-sociológico, disociándolo de toda conexión con las relaciones de poder económico. Con ello abrió las vías de de la “contestación” de múltiples formas de “dominación”, “contestación” perfectamente compatible con el mantenimiento del sistema social capitalista. No es casual que esta nueva orientación de la izquierda haya hecho sus primeros avances en Europa en el seno de los partidos provinentes de la socialdemocracia, corriente que ya antes de la Primera Guerra Mundial había optado por la preservación de la “economía de mercado”.

El post-marxismo de Frankfurt y el progresismo yanqui convergieron en una doctrina mesiánica: la de imposición universal de la idea norteamericana de la democracia y los “derechos humanos”, establecida en los Catorce Puntos del presidente demócrata Wilson. Ésta ha sido, desde entonces, la guía de todas las intervenciones imperialistas norteamericanas, tanto del brazo de los demócratas, como de los neoconservadores. Al final de la Segunda Guerra Mundial, los presidentes demócratas Roosevelt y Truman la completaron con una línea de reeducación del pueblo alemán derrotado en una “conciencia de culpa” dirigida a destruir hasta la raíz su orgullo nacional. Los exiliados de la Escuela de Frankfurt que regresaron a su país la asumieron con alborozo.

Todas y cada una de las iniciativas sociales impulsadas en los últimos tiempos por la izquierda post-marxista en Europa (desde el feminismo radical hasta la política de cuotas raciales y sexuales), se han puesto en práctica décadas antes en los Estados Unidos.

Los valores que hoy presiden el “gobierno de España”, entronizados tras el abandono formal de la socialdemocracia por Felipe González, siguen las pautas anteriormente apuntadas, a través del multiculturalismo y la islamofilia, que degradan el legado europeo al papel de una “civilización” entre otras; el repudio del concepto de nación política, de raíz grecolatina, actualizada por la revolución francesa, y el apoyo a los nacionalismos étnicos más reaccionarios y racistas en nuestro país y a los grotescos movimientos indigenistas en Iberoamérica; la puerta abierta a las avalanchas migratorias; el privilegio a los lobbys feministas y homosexuales; la ecolatría y los sermones sobre el Apocalipsis climático -a la caza de subvenciones-; la extensión de una “conciencia de culpa” a media España mediante una “memoria histórica” que imputa a un solo bando los asesinatos cometidos con ocasión de la guerra civil y presenta falazmente a los defensores de la II República como campeones de la democracia… Y como trasfondo, un individualismo hedonista desaforado y la adhesión a un nihilismo impúdico que, entre otras cosas, autoriza una acción política sin principios ni escrúpulos. Todo ello como cobertura de un lumpencapitalismo de pelotazo financiero y atraco, en regresión incluso respecto de los valores de laboriosidad y ascetismo que Max Weber creyó hallar en los orígenes del capitalismo.

Obviamente, el discurso de esta izquierda se enfrenta a muchos de los valores clásicos de la iglesia católica. Pero la trama ideológica que está en su base no es otra que una nueva versión secularizada del paradigma judeo-cristiano con sus eternos conceptos de pecado y caída (“alienación”, “dominación” y “culpa”) y, finalmente, redención (mediante la reeducación dirigida por la nueva casta de rabinos que deben impartir la “educación para la ciudadanía”).

Precisemos que la izquierda no puede todavía auparse al gobierno y mantenerse en él con el solo recurso a su programa “contracultural” progresista, consistente en culpabilizar a los españoles que no comulgamos con sus tesis de ser guerracivilistas, xenófobos, racistas, aniquiladores de la esplendorosa cultura mahometana, fanáticos clericales, opresores de catalanes, vascos, gallegos y demás “naciones históricas”, machistas, “homófobos” y, como resumen, “fachas”. Esto se hace particularmente evidente en dos zonas donde se localizan los grandes yacimientos de votos al PSOE, ·Andalucía y Cataluña. Por ello, en esas zonas, el PSOE ha puesto en obra expedientes específicos. En Andalucía, el clientelismo más repugnante y el voto subsidiado. En Cataluña, la deriva nacionalista del PSC ha satisfecho las actitudes subalternas del xarnego hacia el catalanismo político, su expectativa de ser reconocido por él como parte de la “Catalunya trionfant”. Pero, dada la composición social de estos viveros de votos, tales expedientes son aun insuficientes. Por ello, ha debido prolongar con demagogia de brocha gorda la ideología “de clase” propia de la etapa socialdemócrata, que presenta al PSOE como “partido de los pobres”, adaptándose a un estereotipo derecha/izquierda que desde hace décadas carece de de toda realidad, pero que amplios sectores de esas regiones asumiendo con una inercia irracional.

Esos sectores son de izquierda "por herencia". Han ido sufriendo hasta hoy todo tipo de ataques y traiciones del PSOE y del PSC, pero les siguen votando “para que no ganen los millonarios, los obispos y los fachas”. Su aglutinamiento no es de opinión, sino de fe. Su voto es tribal. Y uno no se borra de la tribu fácilmente. Este fenómeno no puede ser disuelto mediante debates, ni con apelaciones fraternales, ni con "memorias históricas" alternativas. Sólo puede disolverse por la concurrencia de dos factores. Uno es la "socialización del sufrimiento" que procurará una crisis económica severa. Muchos de los que se van a quedar sin vivienda, por no poder pagar la hipoteca, sin trabajo y sin poder llegar a fin de mes, han votado recientemente al PSOE. Se contarán entre los primeros que deben expiar la única culpa real de lo que nos está pasando. El otro factor es la aparición de un movimiento adverso, de combate real contra el orden social capitalista, no basado en formulaciones fracasadas y en estereotipos fantasmales, sino en la razón aplicada a los hechos del presente. Y que se manifiesta de modo contundente, desconsiderado, consciente de abanderar una tarea trascendental, política y ética.

El PSOE, principal fracción de izquierdas del aparato político capitalista, es un partido de aniquilación nacional de España. Y es, además, el vector dirigente de un movimiento de aniquilación civilizatoria, de asalto a la razón, de demolición de toda la obra del genio espiritual europeo. Es una encarnación de la Barbarie propia del periodo imperialista, y que fue anunciada por Rosa Luxemburgo como la alternativa inevitable a un fracaso de los intentos de real derrocamiento del modo de vida del Burgués.

P. J. Cadalso
, marzo 2008.